J.V.M.-Quartell
¿Qué es preferible para vivir en un núcleo rural?.
¿Las viviendas del centro urbano, con los elementos tradicionales de la casa valenciana, zócalos de azulejos, suelos embaldosados, muebles antiguos y artesanos, cerámica multiforme tradicional, o los pisos de las nuevas y modernas fincas que se construyen en los barrios de la periferia.?
Hay un proceso imperativo que se produce cuando mueren los habitantes jubilados de las viejas casas del centro, y sus descendientes, residentes en otras partes, cierran sus domicilios y éstos quedan deshabitados, aunque estén vigilados. Mientras tanto, se prefieren los pisos de la periferia del municipio y las rondas externas.
Seguro que este proceso se repite en otros municipios comarcales. Las antiguas casas de los vecinos, con su estructura tradicional, y una planta baja de ancha entrada, comedor junto a la chimenea y un corral que en otros tiempos acogía el carro y caballo para los trabajos agrícolas, han quedado desfasadas.
Parece que la gente joven prefiere vivir en un piso o apartamento, adosados, o viviendas unifamiliares más pragmáticas, antes que proceder a costosas restauraciones de las casas de sus antepasados. Y, sin embargo, muchos vecinos, tras cumplir más de sesenta años, manifiestan su deseo de volver a vivir en una casa con planta baja, con más facilidad para la convivencia vecinal y los trabajos artesanos o de bricolaje.
Así, por contraste, se pueden encontrar, en el municipio, viviendas por 63.000 euros con una superficie de 120 metros cuadrados. O 76.000 euros por una planta baja de 75 metros cuadrados. O un piso por 86.000 euros, con 116 metros cuadrados. O una vivienda antigua del centro, por 93.000 euros. O una casa de 295 metros cuadrados por 140.000 euros. O una vivienda de 257 metros cuadrados por 165.000 euros. O un piso por 105.000 euros, con 75 metros cuadrados. Y otras ocasiones más.
No han terminado de cuajar, de momento, la existencia de las casas rurales para su alquiler temporal, siendo mínima su existencia; ni tampoco los domicilios de segunda residencia para quienes trabajan en las ciudades y vuelven para pasar los fines de semana o días festivos. El centro urbano se convierte, así, en un oasis de paz para los residentes, mantenido con la ausencia o cierre de comercios, y con escasos transeúntes, aunque preservados por el servicio de vigilancia nocturna.
Muy elocuente y acertado el artículo sobre las casas abandonadas. En Benavites tenemos el ejemplo del abandonado Barrio Histórico morisco, ampliamente documentado que languidece
por el abandono de propietarios y ayuntamiento con incumplimiento claro de las Ordenanzas municipales al respecto.