EL HORNO DEL PALACIO DE QUARTELL HA CERRADO

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J.V.M.-Quartell

Los vecinos de Quartell han constatado, este mes de septiembre, el cierre del histórico horno de la plaza del Palacio, por jubilación según las referencias vecinales. Se trataba del horno más antiguo de la población, y todos los vecinos lo recuerdan, desde su juventud, cuando iban a comprar el pan cotidiano.

En los municipios pequeños, el cierre de un comercio, sin traspaso o sustitución del propietario, supone una reducción de posibilidades y un recorte de la convivencia cotidiana. Pues las nuevas generaciones no suelen reabrir los negocios o tiendas que han clausurado los mayores. Aunque hay vecinos que querrían la reapertura.

En el caso del horno del Palacio, los vecinos evocan sus compras, que no se ceñían solamente a la compra del pan, sino también a las magdalenas artesanales, las rosquillas, los pasteles de boniato, las «coques de tomata i de ceba», las ensaimadas, la repostería, y las pastas de Navidad o de Pascua. En definitiva, un horno con una clientela fiel y que reconocía la calidad artesanal y buen gusto de los productos allí elaborados.

Para algunos vecinos, salvando las circunstancias categoriales, el cierre del horno sería el equivalente al que hubo en Sagunto con el cierre de la pastelería Cuenca.

Pero, además, el cierre de un horno en el pueblo reduce las posibilidades de convivencia vecinal o de encuentro diario, en donde los vecinos refieren las novedades del día, se enteran de las vicisitudes de los enfermos (ja han operat a la tia Encarna); los natalicios, (Rosa ahir ha tingut una xiqueta) las defunciones, (i hui, sabeu qui s’ha mort); las celebraciones festivas o de sucesos fortuitos, a diferencia de la compra anónima o impersonal de las grandes superficies, algo poco grato para los vecinos de la tercera edad.

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