El bizcocho es de preescolar de repostería, y por eso deberías animarte a hacerlo en vez de comprar subproductos industriales. Pero antes no te vendría mal conocer sus normas más elementales.
El bizcocho es seguramente el producto más básico y sencillo de toda la repostería: consiste en poco más que mezclar unos cuantos ingredientes, meterlos al horno y esperar a que se hagan. Por obra y gracia del impulsor químico, también conocido como «levadura de tipo Royal», después de un rato de calorcito esta combinación de harina, azúcar, huevo, grasa -aceite o mantequilla- y lácteo se transforma en uno de los productos más deliciosos que existen para desayunar o merendar. Por muy manazas que seas, es más que probable que tu bizcocho casero supere en calidad a cualquier infamia industrial envasada.
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